miércoles, 9 de noviembre de 2022

TARDE DE LUJURIA







 Este cliente llevaba meses pidiéndome que fuera a visitarlo a su departamento fuera de la CDMX, aunque no acostumbro a realizar viajes, él insistió mucho y acepte.  Programó toda una tarde de placer, en la cual se esmeró por hacerme sentir muy cómoda.


Tras dos horas de camino, llegue al punto acordado, donde pasó por mi para llevarme a su departamento.  Yo vestía botas, un pequeño short y una blusita muy sexy, ademas llevaba una mochila con varios cambios de lencería y algunos juguetes; estaría con él más o menos unas 8 horas, así que se necesitaba echar a volar la imaginación.


A pesar de ser un hombre con algunos años, era la primera vez que vivía solo, así que básicamente bauticé su departamento de soltero. Me dio la bienvenida con una botella de vino espumoso, unos besos apasionados y me hizo un pequeño recorrido. Al estar en el balcón del piso 18 se me vienen demasiadas fantasías, en su momento se cumplirán. 


Entramos a la recámara me toma de la cintura, comienzan las caricias sin pudor, me termino mi copa de vino y comienzo a besarlo tan apasionado que humedece mi sexo. La ropa comienza a volar, me recuesto en la cama, abre mis piernas y comienza a besar mis labios como solo él sabe; sube poco a poco a mis pezones, los muerde hasta dejarlos enrojecidos, húmedos y erectos. Estaba muy excitada, mire hacia el ventanal, estaba abierto, me imaginaba qué tal vez en el hotel de en frente habría alguien viéndonos, jamás había conocido tanto placer al sentirlo entrar y salir tan rápidamente.  


No seas egoísta y déjame hacerte lo mismo. Hicimos un 69, mis gemidos creo inquietaron a los vecinos. 


Cambiamos de posición. Lo cabalgue despacio, mis nalgas rebotaban en el. Después de un rato así, le pedí que me pusiera en cuatro, así quería venirme, me dio tan duro y con nalgadas que me dejó su mano marcada. Se recostó para que se la siguiera chupando, mi recompensa es su leche en mi boquita. 


Nos relajamos un rato, desnuda en su pecho recostada.  Fuimos a la sala y seguimos tomando vino, yo me puse una batita negra transparente, tomamos hasta acabarnos esa botella y un poco más. Me arrodillé ante él para chupársela, de ese lado del departamento también los ventanales estaban abiertos. Es tan excitante pensar quien nos puede ver. Después de ensalivársela bien me puse casi en cuatro sobre uno de los sillones y me dio tan duro como si el imaginara lo mismo que yo, que algún vecino nos ve, me dio tan rico que me estremeció de una manera que le apretaba su verga, hasta que me la saco y me los echo en la espalda. Me encanta que sea así de salvaje.


Seguimos tomando hasta que llegó la hora de la comida. Pidió de un lujoso Restaurante, fue el momento más que perfecto para conocerlo más. Uno nunca termina de conocerlos. Y entre tragos, besos, música, lo volvimos a hacer un par de veces más o quizá más. Nos exploramos tantas veces que su lengua ya conocía de memoria mi cuerpo y yo el suyo. A esas alturas de la tarde nos faltaba probar solamente en la regadera y sobre la mesa. Consideré quedarme a dormir, pero eso también será en otra ocasión.


 No supe en qué momento nos dieron las diez, tenia que irme. Nos metimos a bañar y me llevo al mismo lugar donde dejamos a mi chofer. Prometí quedarme cuando volviera a invitarme. 


Hemos coincidido un par de veces aquí en la CDMX, recordando lo bien que la pasamos y lo rico que conectamos sexualmente esa ocasión.